SOROLLA Y CASTILLA
Del 28 de febrero al 13 de Abril de 2008
SALA MUNICIPAL DE EXPOSICIONES DEL MUSEO DE PASIÓN.
Los soles castellanos, las nevadas leonesas, y las playas del Cantábrico, aparecen en esta recopilación modernista de cuadros de Sorolla sobre Castilla, donde la región está reflejada en sus numerosas pinturas de Toledo y sus costumbrismos manchegos.
Valladolid , ha sido el lugar elegido para acercar a los amantes de la pintura, las obras luministas y la visión de las tierras de Castilla, de uno de los pintores más influyentes del siglo XX, Sorolla.
El pintor valenciano cuyo estilo no es impresionista, ni fovista, ni tampoco expresionista, aunque recibe influencias de todos ellos, mantiene su singularidad al acuñársele la definición de “luminista”, ya que no aplica pequeñas y ágiles pinceladas como los impresionistas franceses, sino una pincelada larga y vigorosa, cargada de pasta y capaz de captar una gran cantidad de luz.
Florencio de Santa Ana y Alvarez de Ossorio, director del Museo Sorolla, define las pinturas del artista valenciano de esta forma: “si el agua retenida en una urna pierde toca la rica y variada sonoridad de las fuentes, la luz de Sorolla brilla en todo su esplendor, inunda el cuadro y los personajes”.
Sorolla nace en Valencia, el 27 de febrero de 1863 y allí se forma en la Escuela de Bellas Artes. En 1900 participa en la Exposición Universal de París y muy pronto su paleta refleja una gran luz cegadora que impacta en los críticos pictóricos. Sus viajes por tierras castellanas y su preocupación por el paisaje, son el hilo conductor de la exposición que estos días se puede contemplar en el Museo de Santa Cruz de Toledo gracias a la Obra Social de CCM y a los Fondos del Museo Sorolla, después de viajar por varias ciudades importantes de Castilla-La Mancha. Su interés por Castilla viene determinado por los escritores de la Generación del 98, por la Institución Libre de Enseñanza y por su relación con Beruete, a quien le gustaba pintar en Segovia y Toledo.
Sus viajes por nuestra tierra
Su inmersión en los campos castellanos, viene años después de reflejar los azules del Mar Mediterráneo, los cielos crepusculares próximos al Mare Nostrum y el colorido del litoral valenciano. Años mas tarde, navega por el “mar peninsular” y Toledo y Ciudad Real, se convierten en referencia de la gran producción sorollana.
El 21 de octubre de 1906, el artista llega a Toledo como refleja en una de sus cartas a su mujer, “Este pueblo, instalado en una larga temporada, podría ser muy importante para el arte español. Aquí y no en Madrid deberíamos vivir los que nos dedicamos a la pintura, pues nada hay en Italia y Bélgica que lo iguale; hoy mismo he visto el hospital de Santa Cruz, y me he quedado con la boca abierta, cuanta hermosura, que sería de este pueblo en tiempos de Carlos V”. En once días en Toledo, Sorolla realiza doce lienzos: tres dedicados a las Covachuelas, “Molinos en el Tajo” o “Camino de los Alijares”, entre otros.
Sorolla vuelve a Toledo en 1912, pero esta vez elige Oropesa y Lagartera, donde realiza tres de los cuadros más aplaudidos, entre ellos la magistral obra “Tipos de Lagartera”. Regresa a Toledo y pinta la ciudad desde el Valle, además de un exquisito “Puente de San Martín” y “San Juan de los Reyes”.
Sin embargo, en la exposición, no sólo encontramos cuadros de paisajes de la capital regional, sino que podemos observar dentro de la obra más costumbrista y con similitudes con “Tipos de Lagartera”, varias composiciones en los que retrata a personas manchegas, a gentes llanas y campesinas de Alcázar de San Juan, Miguel Esteban y Campo de Criptana como “Tipos Manchegos”. También Guadalajara aparece en su producción de 1912, especialmente su parada en Jadraque, camino de Soria, donde realiza un tercer estudio costumbrista sobre el pueblo, “Tipos de la Alcarria”.
Otras regiones
La Granja de San Ildefonso en Segovia, León, Avila, Burgos y Salamanca, , algunas de sus catedrales, escenas costumbristas de plazas y calles en los inviernos fríos de Castilla y León, además de otras veinte obras más que nada tienen que ver con Castilla, también se puede ver en la exposición. Son paisajes de otras regiones, en los que se puede ver como evoluciona el paisaje de Sorolla, hacia un romanticismo casi místico, hacia un simbolismo, propio de su última época como “Barca en la Albufera”, “El Nalón, Asturias”, “Playas de Zarauz”, “Monte Ulía en San Sebastián”·.
Como vemos Sorolla se acercó en su última época, después de premios y galardones, a las costas del Cantábrico, donde sus luces y colores, algo más sombrías, manifiestan uno de los grandes pintores de la historia del arte español y quizás uno de los que mejor ha reflejado nuestras campiñas y playas desde el Sur al Norte de la Península Ibérica. Gran pintor, que supo encontrar las raíces de cada región, reflejando una Iberia de luces y costumbres.
Destacan en esta exposición sus cuadros de los detalles de catedrales como León o Burgos, las nubosidades de la sierra de Guadarrama, sus “Tipos Segovianos” y “Tipos de Salamanca”, “Jinete Salmantino”, “Tres madrileñas” y la campiña avulense, además de la última producción de playas y costas cántabras y vascas.
Florencio de Santa Ana y Alvarez de Ossorio, director del Museo Sorolla y comisario de la exposición destaca de los encuentros de Sorolla con Castilla, las diferentes formas de captar los fenómenos climatológicos, “además de los momentos gozosos, padece los rigores de este mar bravío, por sus contrastes térmicos – implacables soles, tenebrosas tormentas y nevadas copiosas-“.
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